Estaba respondiendo a la invitación de boda de un buen amigo, disculpándome por no poder assitir: para la fecha de su boda estaremos recién aterrizados en Alemania.
Y como mi correo resume en cierta manera años y años de mi experiencia en esta gran aventura que es el matrimonio, los hijos y sobre todo, la fe, pues la copio aquí por si a alguien le interesa y le sirve.
Gracias por estar ahí.
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Gracias por acordaros de nosotros para este acontecimiento único y tan especial.
Pero como ya os comenté en un mail anterior (cuando desvelaba mi futuro inmediato... ;-), muy a nuestro pesar, los Espinosa Vázquez no podremos acompañaros en ese día tan importante. Por entonces estaremos aún intentando aclimatarnos a esas tierras (aunque los niños estarán ya hasta el gorro de ir a clase y no entender ni papa).
Pero eso no quita para que nos acordemos de vosotros y recemos por vuestra eterna felicidad y para que el Señor bendiga vuestro matrimonio, colmando vuestro hogar de alegría, amor e hijos. Ya sabeis, no tengais nunca miedo de dar la vida, de donaros el uno al otro. Ahí está el secreto del éxito del matrimonio. Por eso el modelo de los esposos es Cristo y la Iglesia. ¿Hasta dónde llego Cristo por amor a nosotros? Pues hasta ahí están llamados los esposos a llegar. Porque los momentos difíciles llegan, las pruebas, los desencantos y los desencuentros...porque somos humanos. Pero por encima de nuestro orgullo debe estar el amor y el perdón.
Nunca dejéis que el sol se ponga estando enojados el uno con el otro. No tengáis miedo de humillaros. Es es el camino para derribar todos los muros, para llegar al otro, para encontraros a mitad de camino. El matrimonio y los hijos son una gran aventura que merece la pena ser vivida, pero en plenitud. Poned como base de vuestro matrimonio a Dios y acudid a Él. Haced los planes contando con Él. Él colmará vuestras ilusiones. Esa es mi experiencia: cuando el Señor da, derrocha. Poneos en sus manos, rezad, escuchadle, sed intérpretes de su voluntad y finalmente sus testigos. Nada te hace más feliz que hacer la voluntad de Dios y poder compartirla con la persona que amas. Aunque el sufrimiento llega tarde o temprano, todo tiene sentido cuando lo ves con la fe. Y no hay nada más hermoso que vivir unidos la aventura de la vida, crecer, madurar y envejecer juntos. Ese siempre ha sido mi deseo: poder envejecer junto a mi esposa, y como dice el salmo, poder ver a los hijos de mis hijos. Seguro que me entendéis perfectamente, porque en vuestro amor veo reflejado mi amor hacia Esther.
Nunca me cansaré de repetir que el Señor ha sido demasiado bueno conmigo. Tan bueno que me dio lo mejor que tenía, a Esther, que la reservó para mí. Cada uno de nuestros hijos ha sido un regalo muy especial. Por eso al peque le pusimos Mateo, que significa "regalo de Dios". Bueno, por eso y porque Mateo no dudó de la llamada a seguirle, a dejarlo todo sin miedo. Y en eso estamos ahora, comenzando a vivir en la Providencia (dice San Mateo precisamente: "no os preocupéis por qué comeréis o con qué os vestiréis... mirad las aves del cielo, que no siembran ni cosechan, vuestro Padre celestial las alimenta... los lirios del campo, que no se fatigan ni hilan, pero ni Salomón vestía como ellos... Buscad el Reino de Dios y el resto se os dará por añadidura"). Pues eso es lo que estamos empezando a experimentar, que Dios es realmente todopoderoso, que es fiel, que es inmensamente bueno y misericordioso... con nosotros y con nuestros hijos. Y eso es lo que queremos compartir allí donde vayamos.
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