jueves, 14 de mayo de 2009

Como un niño pequeño en brazos de su madre


En el oficio de lectura de este pasado miércoles se leía la carta a Diogneto.
Hablaba de los cristianos en el mundo. Y entre otras cosas decía:
"Los cristianos no se distinguen de los demás hombres, ni por el lugar en que viven, ni por su lenguaje, ni por su modo de vida. [...] Viven en ciudades griegas y bárbaras, según les cupo en suerte, siguen las costumbres de los habitantes del país, tanto en el vestir como en todo su estilo de vida y, sin embargo, dan muestra de un tenor de vida admirable y, a juicio de todos, increíble. Habitan en su propia patria ,pero como forasteros; toman parte en todo como ciudadanos, pero lo soportan todo como extranjeros; toda tierra extraña es patria para ellos, pero están en toda patria como en tierra extraña. Igual que todos, se casan y engendran hijos, pero no se deshacen de los hijos que conciben. Tienen la mesa en común, pero no el lecho. Viven en la carne, pero no según la carne. Viven en la tierra, pero su ciudadanía está en el cielo.
[...]
Tan importante es el puesto que Dios les ha asignado, del que no les es lícito desertar."
Me sorprendía esta última frase. El resto lo estamos empezando a vivir. Pero la última frase me llamaba especialmente la atención, porque habla de la misión que tiene el cristiano, que todos tenemos, y que el Señor mismo nos ha confiado. Una misión de tal importancia que no nos toca a nosotros decidir cuándo empieza o cuándo acaba. El soldado que va a la guerra no decide cuándo acaba la guerra.
Hablaba en mi última entrada de que estábamos en un tiempo de intensa lucha. Lucha contra el demonio, qué duda cabe, que nos ha estado pintando de negro el futuro y metiéndonos miedo a través del dinero, el trabajo... las seguridades, en definitiva. En esa lucha estábamos al borde de la derrota, puesto que nos plateábamos muy en serio abandonar la misión por las dificultades, por la incertidumbre frente al futuro, por los sufrimientos.
Pero es cierto que la misión no es nuestra. Es mucho más grande que nosotros, mucho más importante. Por supuesto somos libres para decir en cualquier momento "hasta aquí hemos llegado". Pero creo que por encima de nuestros miedos y pesares, debe estar la fe y la confianza en el Padre bueno. Abandonarse en la Providencia no es un ejercicio sencillo. Pero como todo ejercicio, cuanto más lo practicas, más fácil sale. A nosotros el Señor nos concedió hace un año poder dar un salto en la fe (algo así como lo que hacen los trapecistas, que esperan que al otro lado del vacío haya unas manos que le agarren con fuerza y no le suelten). El Señor estuvo allí, al otro lado, actuando a través de nuestra débil fe.
Todo este tiempo ha sido fiel, se ha mostrado fuerte y potente. Ha provisto hasta ahora. ¿Por qué he de temer? ¿a quién temeré?, canta el salmista. Si Dios está conmigo, ¿quién contra mí?
La lucha está ahí, porque el demonio -que existe- está empeñado en hacer naufragar la misión. Quiere que nos vayamos. Que todo sea un fracaso. Una aventura. Una pesadilla.
Pero es cierto que el Señor provee. Unas veces, a través de cosas tangibles, como el dinero que me concedió al salir de Ericsson. Otras veces, mediante palabras. Este fin de semana pasado hemos estado de convivencia. No sabíamos de qué iba. Pero ciertamente el Señor nos sorprendió, cuando nos encontramos con unas catequesis que parecían hechas a la medida de la situación que estábamos atravesando (por culpa del dinero, por la tentación de buscar seguridades, por olvidar la historia que Dios ha hecho con nosotros...).
El Señor nos ha devuelto la paz. Es cierto que actúa. Nos lo ha demostrado una vez más.
Es nuestro padre. Nos ama tiernamente. Y desea que nos acojamos a su gracia, a su Providencia. Que nos dejemos cuidar y querer "como un niño pequeño en brazos de su madre", sabiendo que estamos en las mejores manos.
Para terminar, quería agradecer de corazón a mi hermana estos días que ha participado en la misión. Ha estado cuidando de nuestros hijos para que nosotros pudiéramos recibir esa palabra que tanto nos ha ayudado.
La evangelización no es cosa de unos pocos locos que lo dejan todo y se piran a hacer las américas. Detrás de esos "locos" hay una comunidad, un pueblo. Esa pueblo es también parte de la misión, es también evangelizador. Volviendo al símil de la guerra, un par de soldados solos en el frente no pueden combatir contra el ejército enemigo. Necesitan de todo un ejército detrás que les proteja, les arrope, les aliente, les acompañe, les alimente, les consuele, les tenga informados, les vende las heridas...
Como me escribía mi hermano Jesús, un gran sabio de nuestro tiempo:
"el Señor os ha traido hasta la Galilea de los Gentiles, una tierra en la que ya no existe la fe, ni la esperanza ni la alegría de la salvación. Alemania es tierra de misión para que se vea su acción y su potencia, es el medio que Dios ha dispuesto para darle gloria. Esta misión tan concreta ha sido prevista por el Padre desde toda la eternidad para esta comunidad de hermanos pobres y pecadores, siervos inútiles, vasos de barro; pero pese a todo, fuertes en Cristo, con un mismo espíritu, en comunión de bienes y de oración, para su conversión. La comunidad entera está en misión para que el alejado, el pobre de verdad, el que vive sin esperanza y en la muerte más profunda, viendo vuestras buenas obras, se convierta y crea y así se salve."
No dejéis de rezar por nosotros. Que la paz de Cristo resucitado inunde vuestros corazones.

lunes, 27 de abril de 2009

Mirad las aves del cielo

Decía Cristo: "ninguno puede servir a dos señores, porque amando a uno desprecia al otro. No podéis servir a Dios y al dinero".

Y es una verdad como un piano. Porque cuando te dejas llevar por la seguridad que te da el dinero, el trabajo, el futuro planeado; cuando Dios es sólo un negocio más en tu vida, al que te acojes porque te hace sentir bien a veces y, sobre todo, por si acaso aquello de la vida eterna es verdad; cuando el prójimo se convierte en tu contrincante, en tu enemigo... entonces, la vida deja de ser hermosa. La angustia reemplaza a la alegría; la desconfianza, al cariño; el miedo, a la paz. Algo falla ahí. Lo malo es que vivimos así sin darnos cuenta, pensando que es lo normal, que no se puede salir de ese círculo vicioso. Pero sí se puede. Cristo nos demostró que se puede ser libre.

Podría decir que me he liberado de ese yugo. Que siendo misionero, habiéndolo dejado todo, ya no soy esclavo del dinero, de las "seguridades". Pero no es así. El misionero sigue siendo humano y sigue siendo tentado por el demonio. El otro día pensaba que en cierto modo estamos pasando por lo mismo que Cristo (salvando las distancias, claro está): el Espíritu Santo nos ha empujado al desierto para tentarnos. Durante este último tiempo nos hemos visto en este desierto: hambrientos de afectos, necesitados de palabras que nos acompañaran en nuestro caminar, sedientos de comprensión, vapuleados por el sol de la injusticia, abrasados por el temor al futuro.
El Señor quiere que veamos qué hay en nuestro corazón. Quiere acrisolar nuestra vocación. Y el demonio aprovecha para tentar, para malmeter, para plantar cizaña, para crear división.

Quizá estoy hablando un poco en clave, ¿verdad? Voy a ser un poco menos místico. De lo que hablo es que últimamente vemos con bastante inquietud el futuro. El tema del dinero, los estudios de los hijos y algunos follones que ha habido en la misión, nos han hecho tambalear. Si os dais cuenta siempre el futuro parece horroroso. El demonio se encarga de pintártelo así. Para quitarte la paz. Una vez te la ha quitado, ya tiene la mitad de la batalla ganada. Un día de estos hablaré de un autor espiritual que me encanta; se llama Jacques Philippe (o algo así, no tengo ganas de buscar ahora su nombre). Tiene un libro realmente estupendo que se llama "La paz interior". Lo recomiendo. Es una maravilla. Pues en este libro, el autor habla de la importancia de recuperar la paz; entre otras cosas para que el Señor pueda actuar y hacer su obra.

Pues bien, como decía, mirar al futuro nos ha quitado la paz. Por ejemplo, con el tema del dinero. Ver las dificultades para encontrar trabajo (con el nivel de alemán que tengo, que aún es lamentable) y que el dinero empieza a escasear, nos pone delante la duda: ¿tendré que fiarme de Dios o es algo que tengo que resolver por mis fuerzas? ¿Realmente Dios puede ayudarme en esto? ¿Y si me falla, qué futuro me espera, qué ocurrirá con mi familia?

Ha sido (y es) un tiempo de lucha. Tratamos de apoyarnos en la oración, nos hemos confiado a la Virgen. Y hoy por hoy el Señor nos está concediendo la paz que tanto necesitamos. Tengo esperanza; creo firmemente que el Señor proveerá. Igual que nos mostró su brazo poderoso para poder venir a este país, volverá a sorprendernos. Espera en Dios, que volverás a alabarlo.

Hoy más que nunca imploro vuestras oraciones para poder vivir con alegría y con paz este tiempo de misión. No os podéis imaginar lo que nos ayudan.

Y no quería terminar sin poner unas palabras que el Señor inspiró a Santa Faustina sobre la eucaristía. Dice así:
"cuánto me duele que muy rara vez las almas se unan a mí en la Sagrada Comunión. Espero a las almas y ellas son indiferentes a mí".
¿Se refiere a los que rara vez se acercan a la eucaristía, o a los que nos acercamos cotidianamente pero sin darle mayor importancia, indiferentes, fríos...? Para la reflexión.

lunes, 20 de abril de 2009

En comunión

Hoy hemos celebrado la comunión oficial de nuestro José. Ha sido un día estupendo, a pesar de que no hemos podido realizar lo que teníamos planeado. Nuestra idea era ir a un parque muy grande que hay en Mannheim, la ciudad que está al otro lado del río. Es un parque con animales, zonas de juegos, lagos y riachuelos. Vamos, que tenía a priori buena pinta. Pero estos últimos días ha llovido tanto que ni siquiera el sol de hoy nos ha animado a ir.

Lo cierto es que el Señor nos ha trastocado nuestros planes, pero el día que nos ha regalado ha sido con mucho el mejor que podíamos soñar. Como suele ocurrir, sus planes son más altos que los nuestros.

Al final sólo han podido venir una prima de Esther, Melinda, con su novio Fabri (y su Shelby GT), que viven en Stuttgart. También nos han acompañado en la misa el matrimonio alemán que está en misión con nosotros aquí.

Tras la eucaristía nos hemos ido a comer a un chino (a un restaurante, se entiende…). El restaurante ha sido casi para nosotros. Los niños han podido jugar fuera, en los columpios del jardín. Buffet de mariscos, carnes y platos chinos típicos. ¡Y todo por un precio más que razonable! Vamos, un chollazo.

Y para terminar, hemos ido a la casa de la otra familia en misión, la española, que también celebraban la Primera Comunión de su pequeña Mamen. Ahí, tartas, parrillada, tortillas…

Pongo fotos de hoy. Pero también de la que realmente fue su Primera Comunión (el Jueves Santo), y de la Pascua, donde pudo comulgar bajo el pan y el vino.

No cuento más. Mañana empieza de nuevo el cole para todos. Bueno, para todos menos para José, que por haber hecho la Comunión, libra (como en España, ¿verdad?… es broma). Yo tampoco empiezo. Mi cole es de lo que no hay: impresentables hasta decir basta. Nueva fecha para comenzar el siguiente nivel: 4 de mayo. Esperemos que sea la definitiva…

Rezad por nosotros.

 

miércoles, 15 de abril de 2009

¡Verdaderamente ha resucitado!

Después del disgusto de que se me haya borrado todo lo que había escrito, no sé si voy a repetirlo o voy a poner el punto y final y que le den morcillas a Bill Gates y sus compinches. Y es que me ha descargado (descarga recomendada por MSoft) una aplicación llamada Windows Live Writer que NO almacena automáticamente lo que escribes. En fin, correremos un tupido velo… Debe ser que había puesto algo que no debía, jeje.


Bueno, como queda claro por el título, quería escribir sobre la Pascua. Y es que este año ha sido distinta a todas las que habíamos vivido. No sólo por el idioma, sino sobre todo por la precariedad. Estamos acostumbrados a grandes celebraciones de la Pascua, con mucha gente, donde todo tiene que salir perfecto, todo ha sido preparado con todo cuidado, en todo momento hay alguien pendiente hasta de los mínimos detalles, etc.

Pues bien, aquí no hay nada de eso. En primer lugar, la Pascua la celebramos a más de una hora en coche. No encontramos nada más cerca. Pero eso sí, preparamos la sala con todo el esmero y el cariño del mundo.
La celebración en sí fue como un ensayo, donde nadie tiene muy claro qué se hace, cuándo y cómo. El punto culminante fueron los bautizos, que un poco más y se lían a tortas uno de los padres y el cura.
Afortunadamente la única sangre derramada fue la de Jesucristo. Decía el apóstol Pedro en el oficio de lectura de hoy:
“es cosa hermosa si, por la experiencia que cada uno tiene de Dios, soporta que lo maltraten injustamente. […] si, obrando el bien, soportáis el sufrimiento, hacéis una cosa hermosa ante Dios. Pues para esto habéis sido llamados, ya que también Cristo padeció su pasión por vosotros, dejándoos un ejemplo para que sigáis sus huellas. […] Cargado con nuestros pecados subió al leño, […] Sus heridas os han curado.”

Eso es lo que he vivido este tiempo de Cuaresma y en esta Semana Santa: Cristo me ha dejado unas huellas luminosas; imposibles de seguir por mis fuerzas, pero con su Espíritu, asequibles. La Cruz sin Cristo te aplasta; con Él es llevadera, porque Él mismo te ayuda a llevarla, le da sentido, la hace gloriosa. Basta con que confíes, con que digas “sí, quiero”.
Parece fácil. Pero qué difícil es cuando estás en medio de la prueba. Sólo su misericordia te puede ayudar a ver su mano donde el demonio te pone las tres “pes”: personas, palabras y pensamientos, que sólo te llevan a murmurar y a rechazar la cruz.

Pero Cristo ha resucitado. ¡Verdaderamente ha resucitado! Está vivo. A mí me ha ayudado a ver mi pecado. Ha bajado conmigo a mi infierno y me ha sacado de él. Y eso no lo hace ningún muerto.

Y me da la alegría de una nueva creación. Porque me va recreando, una y otra vez. Todo lo hace nuevo. Todo lo ha hecho nuevo. Siempre lo digo: a mí me ha dado la vuelta como a un calcetín para traerme hasta aquí. Y estoy contento. Estamos contentos.


Por cierto, antes de acabar, comentaros que nuestro José ya ha hecho su Primera Comunión. Estaba más contento que unas castañuelas. Y eso que la misa fue de lo más normalita. Y lo mismo cuando en la Pascua ya pudo comulgar como un mayor. Cómo pasa el tiempo. Y cómo crecen estos niños. Parece que fue ayer cuando sostenía a un bebito en las manos; y ahora ya está hecho un hombrecito. A ver si en la próxima entrada cuelgo alguna foto suya.


Feliz Pascua de Resurrección. Feliz cincuentena. Que Dios os bendiga.

sábado, 11 de abril de 2009

El paso del Señor

Todo pasa. Todo caduca. Todo nace, vive y muere.
Hoy nuestra hermana Neme ha traspasado el umbral de la vida. Ha entrado en el día sin ocaso, en el día de reposo y de santidad. Ese que Abraham vio y se alegró.
Pero no ha entrado sola. Porque el Señor ya ha pasado por ahí. Hoy hemos celebrado la Pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo. Lo celebramos porque a través de su muerte nos ha enseñado el Camino al Padre. Porque el Padre lo ha recibido, lo ha glorificado, le ha dado el nombre sobre todo nombre. Gracias a Él tenemos la promesa de la resurrección y de la vida eterna en una Pascua eterna. "Hoy -le dijo al buen ladrón- te aseguro que estarás conmigo en el paraíso". Esa es nuestra esperanza. Y nuestra alegría.

Os deseo a todos una Pascua estupenda. Que sea realmente un paso fuerte del Señor por nuestras vidas. Que nos lleve a abandonarnos en sus manos y en su voluntad para que pueda hacer nuestra cruz gloriosa y convertir nuestra agua en vino.
Alegrémonos. Verdaderamente Cristo ha resucitado. Si no, vana es nuestra fe.

La paz. Rezad por nosotros.

domingo, 5 de abril de 2009

Las florecillas de San Francisco

Hace unos días contaba cómo esta Cuaresma ha sido realmente diferente a todas las anteriores. El Señor nos ha regalado ver lo que hay en nuestro corazón a través de sufrimientos muy concretos. Y unos sufrimientos de tal envergadura que hemos llegado a poner en duda que tuviéramos que estar aquí. Aquello de "si hay que pasar por esto por estar de misión, mejor nos volvemos a casa, que al menos allí puedo hablar y me entienden...". El demonio ha estado a punto de acabar con nuestra misión, desanimándonos, minando nuestra moral. El otro día le decía a Esther: "si el Señor no me pone bien claro que nos quiere aquí y obra un milagro, en julio, en cuanto acaben los niños el colegio, nos volvemos". Y no lo decía en broma.

Pero el Señor siempre acontece. Y te da una caricia. Te regala una florecilla. A nosotros fue a través de los catequistas que tenemos aquí. Son unos hermanos que viven a unos 500 km de aquí, en una ciudad donde mis padres, hace ya más de 40 años, tuvieron a mis hermanos mayores (¡qué pequeño es el mundo!, ¿verdad?). Y se hacen todos esos kilómetros sólo para visitar a las pequeñas comunidades que sobrevivimos en esta parte de Alemania, para traernos la buena noticia. Esta vez, la buena noticia de la Pascua.

Así que aprovechamos su visita para contarles cómo estábamos. Y nos dieron una palabra que nos ha ayudado muchísimo. Ves en seguida quién tiene discernimiento. Y ellos lo tienen. Porque son capaces de ver la mano de Dios detrás de los acontecimientos donde otros sólo ven la mano de los hombres. Nos decían que esta injusticia que habíamos sufrido era una prueba del Señor para probar nuestra fe, un tesoro para nuestra familia, que nos va a ayudar a madurar en la misión.

La verdad es que el Señor es un ingeniero impresionante: con mover ciertos palitos es capaz de sacudirte los cimientos, de ponerte delante una situación que te pone patas arriba, que te saca de tu vida aburrida y mediocre. Decía Esther el otro día: estoy convencida de que el Cielo no es para memos. Y hombre, no suena muy teológico, pero suena a aquello de "despierta tú que duermes". Y es que Dios quiere hacer algo importante en tu vida, quiere despertarte de tu letargo y espabilarte. Porque si no pasará y te lo perderás. Por eso el Señor mueve personas, pone acontecimientos, que te ayuden a ver que la historia perfecta no es la que tienes en la cabeza, sino la que está en Su mente. De eso me acordaba esta mañana cuando leíamos la Pasión de nuestro Señor. Concretamente la oración en el huerto, cuando Cristo pliega su voluntad a la de su Padre. Porque sabe que hacer la voluntad del Padre, su sacrificio por nosotros, es la única forma de abrirnos el camino hacia Él. Para eso ha venido al mundo. Y todo es para bien. Para nuestro bien.

A veces la voluntad del Señor pasa por caminos insospechados y desconcertantes. Son esos renglones torcidos con los que escribe el Señor la historia de los hombres. La lente para poder leerlos es la fe. Confía en el Señor, que volverás a alabarlo. En eso estamos: dándole gracias, alabándolo. Porque hoy nos permite disfrutar del tiempo que nos ha concedido. Porque estamos contentos. Porque ha perdonado nuestros pecados. Porque ha devuelto la paz a nuestros corazones. Porque nos regala a su Hijo. Porque quiere hacer una alianza eterna con nosotros. Porque sólo nos pide un sí, quiero.
¿Qué más se puede pedir? Dios está por nosotros. ¿Quién contra nosotros? O en frase de Esther, "Dios y yo, mayoría absoluta"...

Y para terminar, sólo algunas noticias de por aquí. Un resumen informativo, podríamos decir.

A Juan le han quitado las cuatro muelas del juicio, con anestesia general. Pero está muy bien. Le hicieron pruebas exhaustivas para ver si podía tener alguna complicación con la anestesia: ¡nada menos que rellenar un cuestionario! Debe ser que si consigues que no se te caiga el boli es que tu cuerpo es lo bastante fuerte para aguantar una anestesia general... Gracias a Dios todo ha ido bien.

Hoy, Domingo de Ramos, hemos estado celebrándolo en nuestra parroquia del barrio. Aquí es donde José hará la Primera Comunión. Y para atraer a los papás a las celebraciones parroquiales, los niños tienen que estar presentes en todo lo que haya durante estos días. Pues bien, como hemos llegado un poquito apurados no hemos visto de dónde ha sacado la gente los ramitos. Pero de olivo tenían sólo el color. Me da la impresión de que los habían cortado de los setos que rodean la parroquia... La procesión ha consistido en subir los 4 escalones de la iglesia. Y otra curiosidad: el evangelio (la Pasión) se ha leído con todos sentados. Me recordaba a los padres que por evitar el disgusto de los hijos les evitan hasta el menor sufrimiento (no sea que se acomplejen, me dejen de querer o algo por el estilo).

Otra curiosidad que no sé si ya he contado (esto del alzheimer...). José va a hacer su Primera Comunión oficialmente el 19 de este mes. Pero efectivamente, la hace este Jueves Santo. ¿Motivos? El párroco dice que aprovecha el día que se celebra la instauración de la eucaristía. Y además que, haciéndola así como de incógnito (sin más invitados que los padres y hermanos) los niños no se despistan y están más metidos en la celebración. Parece coherente. Pero... entonces lo del día 19... ¿es sólo un teatro para la familia, para hacerse fotos? Pues eso parece. Ver para creer. Esta gente no deja de sorprenderme.

Ya está bien por hoy. Os deseo a todos de corazón que viváis estos días con intensidad, con tensión. El Señor va a pasar. Velad y orad...
Rezad por nosotros.

miércoles, 25 de marzo de 2009

¿Humildes o perdedores?

El otro día caía en la cuenta de algo que sé, pero que me es difícil de asumir. Y es que estamos llamados a ser los últimos entre los últimos. Suena bonito, incluso romántico. Pero es algo que, si el Señor no te concede la humildad necesaria para ello, es imposible de aceptar. Porque lo que te sale es rebelarte. Queremos que se nos considere, que se nos tome en cuenta, que se nos entienda, que se nos respete, que nos quieran, que se nos valore justamente, que se vitoree lo que hacemos bien, que se perdone lo que no hacemos tan bien. En definitiva, queremos ser.
Yo creo que tengo un ego tan grande que a duras penas cabe dentro de mí. Por eso me debe salir tan fácilmente...

Alguien me decía que lo mejor para el cristiano es la humillación. No se trata sólo de no esquivarla, sino de buscarla. Parece una memez, ¿verdad? ¿En qué mente cabe pensar que es bueno que te humillen? Pues en la mente de Dios para empezar. Porque Él sabe qué es lo que necesitamos para nuestra salvación. Y cuando nada funciona, cuando no nos dejamos, cuando el demonio nos tiene tan pillados que no vemos la acción de Dios y vamos derechos al abismo, el Señor tiene que ir un poco más allá. Por amor. Y nos manda acontecimientos que nos humillan. Cosas que nos ayudan a ver qué hay en nuestro corazón, a quién servimos. Y nos llama a cambiar, a la conversión.

Eso es lo que hemos experimentado esta Cuaresma. Los hechos y las personas por las que viene la humillación dan igual. Es la mano amorosa del Señor la que está detrás. Si no lo ves, estás abocado a caer en el juicio una y mil veces. Gracias a Dios a nosotros nos ha concedido un poquito de luz para ver lo que dice San Pablo, que nuestra lucha no es contra la carne ni la sangre, sino contra los espíritus del mal.
Y aun así el demonio me ataca, una y mil veces, con virulencia. Porque siempre me presenta a las personas y al lado su pecado; para que inmediatamente entre en juicio, para que no tenga misericordia, para que nunca me convierta.

Pero el Señor siempre me da una nueva oportunidad para que me convierta. Mañana tenemos una celebración penitencial. Una oportunidad única para empezar de nuevo, para dejar a un lado el lastre de mi alma, para darle una patada al demonio donde más le duele.
Esperemos que esta vez haya algún sacerdote que hable/entienda español...

Y hablando del idioma, voy a estar más de un mes sin mi curso de alemán. Seguimos esperando a que haya quorum. Y ahora vienen tres semanas de vacaciones. Son las vacaciones de primavera. La buena noticia es que se acabaron los madrugones durante unos cuantos días. Lo malo de tanta espera es que el poco oído que había ganado se va perdiendo. Ayer estaba en el anestesista que va a ayudar a intervenir a Juan para quitarle las cuatro muelas del juicio; pues bien, empezó a hablar y me pareció como estar escuchando a un pastor alemán. ¡Qué pena la mía! Menos mal que había en la consulta una enfermera que hablaba algo de español!!

Ya queda poco para la Pascua. ¡Ánimo! El Señor quiere pasar por nuestra vida, quiere transformarla, quiere tomar nuestros pecados y hacernos hombres nuevos. Es la oportunidad que estábamos esperando. No la dejemos pasar.

Rezad por nosotros. Unidos en la oración.