viernes, 24 de octubre de 2008

Otro año de gracia

Parece que fue ayer cuando empezaba a afeitarme la pelusilla bajo la nariz, y resulta que hoy cumplo la friolera de ¡¡¡37 años!!! Sí, sí, ya sé que muchos pensaréis que ya os gustaría pillarlos. Pero a mí me parecen un montón. Fíjate, ya cerca de los 40... y con estos pelos... escaseando por doquier y con las primeras mechas plateadas.

Pero no penséis que me angustia en absoluto esto de cumplir años. Al contrario. Cada año que cumplo le doy muchas gracias a Dios por el año que me ha permitido disfrutar y por la oportunidad que me brinda de iniciar uno nuevo. No veo el futuro como una amenaza, porque como nos decía nuestra hermana en la fe Mari Carmen, "el futuro no existe, sólo es de Dios". Por cierto, me ha encantado tu correo. El Señor está haciendo auténticas maravillas contigo y con tus hijos. Eres para nosotros un regalo que nos ayuda a fortalecer nuestra débil fe, en serio. Que Dios te bendiga.

Y digo lo de nuestra poca fe porque basta cualquier cosa para que te tiemblen los cimientos, para que estés al borde de mandarlo todo a paseo y volverte a tu casa. Cada uno tenemos nuestros puntos débiles. El mío son nuestros hijos. Y mi soberbia. El otro día alguien me decía algo así como que qué estaba haciendo que nuestros hijos aún no hablaban alemán, que les cuesta relacionarse e integrarse. Todo esto al hilo de una carta que hemos recibido del instituto para que vayamos a hablar con la dirección por el tema de la integración de los muchachos (esto me parece normal, porque es su trabajo ver cómo ayudar a los muchachos y preocuparse por sus dificultades. Incluso voy preparado para que me den un tirón de orejas porque aún no hablan palabra de alemán. Aunque desde luego no comparto su inquietud, puesto que es impepinable que les costará muchos meses desenvolverse en este idioma tan difícil, hacer amigos, etc. y mucho más poder estudiar las asignaturas del nivel en el que están. De momento seguirán como están: sentados en sus sillas con cara de póker y deseando que pasen las horas para irse a comer. Normal). Pero lo que me descompuso es que el comentario sobre nuestros hijos venía de alguien que ha experimentado miles de veces la misericordia y la paciencia de Dios con nosotros, sus hijos rebeldes e inútiles. Bastaron unas pocas frases para que se me hinchara la vena y se me inflamaran los humores. El cebo estaba tendido y yo lo había mordido.

Pero qué sabio es el Señor, que me ha dejado mudo como a Zacarías. El Señor quiere que sea pequeño (y mira que no soy muy alto...). Pero como de mí lo que sale es la soberbia, el ser, rebelarme contra la cruz; el Señor me ha tomado la delantera y por eso nos ha traído aquí, donde no somos, donde no podemos hablar ni para decir "no más salchichas, por favor".
Gracias a Dios somos dos, y el Señor nos concede siempre que cuando uno está bajo, el otro esté fuerte. Así que fue Esther la que me ayudó con una sabiduría que me impresionó y me puso en mi sitio. Porque además mi pecado estaba arrastrando a nuestros hijos también al juicio, a la murmuración. Lo repito, qué sabio es el Señor y qué bien lo ha hecho todo, que ha dado al hombre una ayuda tan impresionante e imprescindible.
Ahora tengo deberes pendientes: pedir perdón a esta persona por el juicio que ha habido en mi corazón. Que el Señor me conceda la humildad necesaria para ello. Y que me ayude a tener misericordia, como Él la tiene cada día conmigo.

Un último apunte. El otro día teníamos una convivencia de comienzo de curso. Hubo algo que allí se dijo que me ha ayudado a confirmar nuestra vocación. Como ocurre con Zaqueo, que también era algo pequeñajo, el Señor se hace el encontradizo y va a su casa para salvarle. Lo tenía todo, pero le faltaba lo esencial: la Vida. Pues bien, a través de esta misión el Señor también se quiere encontrar con nosotros, con cada uno de nosotros. Pero lo importante es que el Señor ha venido a mi casa para salvarla. "Hoy la salvación ha llegado a esta casa". Que así sea. A través de algo tan simple (pero a la vez tan difícil en nuestras fuerzas) como hacer su voluntad.

Por cierto, a Miriam se le ha caído otro diente. La pobre tiene un enorme boquete por el que se le escapan todas las letras. Mateito ya está empezando a dar sus primeros pasos (incluso un par él solito).

1 comentario:

jesús dijo...

Hola hermaniotos!!!

Muchas felicidades de parte de Mila, Marcos, Jorge y servidor, acabamos de venir de la convivencia de transmisión, en la que se ha derramado el Amor y la misericordia a manos llenas, por ello no habíamos podido felicitarte. Esperamos que lo hayas pasado bien. Estamos en un tiempo de intensa actividad a nivel de comunidad, y con nuestros catecúmenos a fin de transmitirles la vida recibida en esta convivencia, por ello damos gracias a Dios.
Ayer fue además el bautizo de Älvaro, el hijo de nuestros primos Begoña y Manolo y fue una oportunidad para reunir a gran parte de nuestra gran familia, lo pasamos bien y pudimos hablar un poquito con todos ellos.

Bueno, me despido, rezad por nosotros que somos muy débiles, besitos para todos y la Paz.